Friday, June 02, 2006

Repsol: grifos, combustible y puñaladas


Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
2-6-2006

Repsol: grifos, combustible y puñaladas

Como si no fuera suficiente haberse embolsicado por la ridiculez de US$ 180 millones La Pampilla, refinería cuyo costo no baja de los US$ 1000 millones y que rematara el delincuencial régimen de Kenya Fujimori, pocos años atrás, Repsol, la firma ibérica, acaba de hacerse de la oreja y el rabo. No sólo le compró a Mobil 80 grifos sino que se quedó con la distribución del combustible que ésta tenía antes con Petroperú. O sea, la estatal nacional se quedó ¡sin soga ni cabra, ni grifos ni red de colocación!

En efecto, el presidente de Petroperú, Róger Arévalo, informó que Mobil y la estatal venían “negociando” desde hace buen tiempo el convenio de compra de los grifos. Pero ¡oh sorpresa!, a su vez, Mobil tenía sus tentáculos fenicios activos con Repsol. Como suele ocurrir, la imbecilidad congénita o sobornada de la inteligencia comercial peruana, no se dio cuenta que había una trapisonda entrambas, Repsol y Mobil, y ¡sanseacabó! terminó con los dientes rotos porque Repsol ahora es dueña de los grifos, de la red de comercialización del combustible cuya renovación le había sido graciosamente renovada por Petroperú tiempo atrás.

No sólo Repsol posee ahora los grifos, también el mercado porque las redes de distribución discurren por clientela segura o segmentada o identificada plenamente. En buen –y lamentable- romance: Petroperú no consiguió los grifos y también perdió la red de distribución.

Es posible establecer un parangón entre La Pampilla y Refinería Esmeralda en Ecuador. Alguna vez, cuando nos orientaba en estos terrenos, el ilustre desaparecido y especialista genuino en temas petroleros y gasíferos, el ingeniero Carlos Repetto Grand, nos dio su impresión que Esmeralda no valía menos de US$ 1000 millones y que los vecinos del norte no habían regalado, como aquí, una infraestructura que ¡sólo en terreno! era más que los repugnantes y míseros US$ 180 millones en que la malbareateó el hampón Fujimori. Repetto había sido funcionario de La Pampilla desde que era un desierto y vio crecer y contribuyó con su profesionalismo a hacer grande la refinería. Sabía, pues, de qué hablaba.

¿Quedarán silenciados, postergados, soterrados, estos procesos de regalo del patrimonio nacional? Muchos de sus fautores caminan por las calles y ostentan signos de riqueza con desparpajo: propiedades, autos del año, influencias en medios de comunicación, acciones en empresas de dinero dudoso. ¡Y nadie les pone la mano encima, los investiga y mete a la cárcel por traición a la patria! Los abogángsteres y los periodistas venales y comprados, han producido literatura barata y deleznable para cubrir toda esta basura. ¿El gobierno que viene, escrudiñará en estos desmanes? Si no lo hace la futura administración, los fiscales del pueblo y sus iniciativas legislativas tendrán que gobernar desde las calles, desde abajo y desde dentro.

En esta clase de vaivenes comerciales, las empresas debieran tener a tigres feroces al mando de una inteligencia con datos, informes y capacidad para tomar decisiones en beneficio ¡absoluto! del país. Si ocurre lo contrario, como en esta oportunidad, hay que botar a patadas a los responsables y someterlos a auditorías de gestión inmediatas, sin que se larguen del país para visitar a sus parientes o compinches en el Caribe, Panamá o las Islas Caimán. La impunidad es una vergonzosa prenda atávica y recurrente en el Perú.

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

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