Tuesday, November 11, 2008

¿Existen los partidos polĂ­ticos?

Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
11-11-2008

¿Existen los partidos políticos?

Ni fiscalizan, ni asumen la defensa política en las calles, oficinas,
proyectos o tienen alguna importancia en cualquier decisión, los
partidos son etiquetas, algunos muy añejos, que caminan paquidermos
rumbo al suicidio y con vocaciones auto-destructivas incomprensibles.
Ni siquiera llegan a fraternidades vinculadas a la querencia común de
cánticos o historias porque se da el caso curioso que no conocen sino
referencias maquilladas y las voces más importantes se refieren a
hechos que lindan con actos delictivos. Si estuvieron en Palacio, la
falta o desaparición de fondos, la profusión de favoritismos y el
cohecho signan su paso; si son parte de las organizaciones de nuevos
gángsteres, su colaboracionismo con las transnacionales y la potencia
norteamericana indisimulable, les señala como engranaje del sistema
aunque muy bien rentados y con caparazones que hablan de derechos
humanos y temas similares. No obstante el asunto delicado es que no
construyen patria o tejen urdimbre social que reconozca elan desde la
base y ajena a los dólares compra-conciencia o a los dineros públicos.
Los partidos políticos no existen y son más bien clubes electorales o
usinas de tecnócratas.

Por razones de largo exponer superiores al propósito didáctico del
presente texto, el peruano tiene una tara congénita: le encanta ser
parte de la mentira colectiva que se llama Perú. Evolucionamos sobre
los discursos de orden que fabrican, a veces con huachafería
autosuficiente y con llamadas irreales al patriotismo, optimismos,
alegrías e irresponsabilidades, sin embargo sabemos que 85% de cuanto
se dice es falso. Los referentes morales no lo son, las autoridades
intelectuales se venden al mejor postor, los informadores obedecen a
la mediocridad y su fuente de sabiduría es la mermelada y entonces los
soplones como Montesinos triunfan y la sociedad vive enfangada en
escandaletes, audios y vídeos. Y hay hasta "polémicas" que no quieren
llamar a los farsantes y delincuentes como hampones que son y
mercenarios al servicio de grupos económicos. Desde siempre el peruano
ha oído la mentira, la asimila, introduce en la vida cotidiana y la
reputa parte de su realidad (aunque sea falsedad que todos huelen).
Por tanto ¿qué clase de "infamia" es decir que no existen los partidos
políticos?

Bien ha anotado el politólogo compatricio, avecindado desde hace
varios lustros en México, Eduardo Bueno, que los partidos se
enajenaron su propia razón de ser al destruir la democracia interna,
la comunicación y en lugar de proponer salidas de altísima calidad e
imaginación política, trocaron en manantiales de adefesios
oligárquicos premunidos de un sentido elitista, blanco y anti-cholo.
¿De qué se trata la sublime imbecilidad de eliminar el voto
preferencial, única manera en que la gente puede escoger con quién
simpatiza y a quien vota y declina al impuesto por el partido porque
tiene dinero, amigotes o es cómplice de los altos jerarcas de cada
agrupación? Los pretextos pueden ser múltiples, pero el sentido de
jugar al caballazo y de buscar ventajismos para los que están, de un
modo u otro, en la cosa pública, es inolcultable. Cuanto que
vergonzoso. ¿Cómo salvaguardar la democracia si ésta presume de la
participación masiva y no exclusiva?

Carentes de cualquier amalgama fidelizadora de contenidos
doctrinarios, propuestas económicas, conceptos del cambio social,
historia legítima y no edulcorada, análisis geopolítico y en múltiples
dimensiones; huérfanos hasta el escándalo de conocimientos sobre el
mundo contemporáneo, pobres en cualquier exégesis, las castas
políticas de todos los grupos que se llaman partidos no podrían estar
en una situación más calamitosa. Cierto, poseen y manejan cuanto que
exhiben el marchamo, pero la entelequia no resiste ningún análisis
exhaustivo. Los clubes electorales sólo suministran cuadros o
burócratas, pero no tienen ningún peso en la marcha del Estado. La
maquinaria del gobierno tiene un designio episódico que dura el lustro
en Palacio. Luego viene cualquier otro a seguir el modelo y los que
llegan se dan la mano en la complicidad silenciosa con los que se van.
Se genera así un equivocado y aberrante espíritu de cuerpo que tapa
delitos y monras. Se suelda el "cuerpo" burocrático con babas no con
sólida mezcla garantizadora de edificios futuros. ¿Sabe de gerentes en
la cárcel o de ex funcionarios a los que todos reputan como vulgares
rateros, tras las rejas?

La convocatoria a superar a González Prada caminando más allá de lo
admonizado por el maestro cuando bombardeó el país con sus flamígeros
escritos, parte de un enunciado simple: si el agente revolucionario,
denuncia la estagnación, también debe –es inevitable- ser parte del
cambio. Por tanto, evolucionemos dando los enormes pasos que
constituyan, aterricen o formalicen nuevas propuestas o conjuntos
políticos que eviten los yerros y taras actuales y eleven la política
nacional del actual fango hacia hacia las trompetas de Jericó que
derrumben muros de inmoralidad y obsecuencia. ¿Es mucho pedir? No lo
creo.

¡Atentos a la historia, las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder, el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

¡Sólo el talento salvará al Perú!

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